Mis vacaciones: si fueran un perfume serían de vainilla: como ese del aceite de la elegantísima Spa del hotel – el mismo que me he traído a casa -; pero también el de las habitaciones recién limpiadas y el del té que bebíamos por las tardes a la sombra de grandes palmeras. Si fueran un color serían verde, un verde intenso que te llena los ojos y la cabeza y vuelve todas las preocupaciones ligeras. O bien podrían ser un arcoíris de fruta y especias, muchas y nuevas también para mí que soy de una tierra que ostenta una riquísima variedad de ellas! ¿Si fueran un recuerdo? El baño con la lluvia y el agua calentísima… me ha hecho volver a pensar en cuando era niña en la Habana y ha sido maravilloso ver la misma alegría en los ojos de mis hijos.
En resumen días fantásticos, un cumpleaños inolvidable. Pero empecemos por el principio: para celebrar mis 40 años toda la familia hemos ido a Mauritius, un verdadero paraíso tropical de arena muy blanca y agua cristalina en medio del Océano Indiano a dos pasos de África. Hemos elegido el Costance le Prince Maurice, situado en un área privada en la costa oriental de la isla. Un hotel discreto y de diseño, proyectado por el genio arquitectónico Jean Marc Eynaud y por el diseñador David Edwards, está Inspirado en los principios del Feng Shuiper para crear un perfecto sentido de armonía. Tranquilo de día con la piscina infinita, el sugestivo golf y el Club para los niños; la noche es pura magia, con luces cálidas y acogedoras, que hacen que parezca una isla de sueño que surge del mar.
He escrito un pequeño diario, para recordar los días más bonitos. He aquí algunos fragmentos, sin un orden establecido, para contaros nuestros momentos especiales.
La capital Port Louis, la villa colonial Chateau de Labourdonnais; Orto Botanico Pamplemousses (José tan alto como las flores). Nuestra jornada empieza con la visita a la coloreada y caótica capital Port Louis con su mercado de abastos y especias que es una verdadera inmersión en la vida cotidiana de la isla. No lejos de la capital, Chateau de Labourdonnais un lugar especial para viajar atrás en el tiempo, y situarnos en las Mauritius del ‘900, ese de las casas coloniales sobre infinitos campos de caña de azúcar. Chateau de Labourdonnaise es una de las más bonitas: tiene decoraciones elegantes, una rhumerie y un restaurante dirigido por el chef italiano Fabio de Poli, que une la cocina italiana a productos locales (no os perdáis black cod con puré de árbol de pan! ).
Muy cerca se encuentra el bellísimo Huerto Botánico de Pamplemousse: perfume de canela, jengibre y nuez moscada, y también ninfas gigantes que os encantarán con su estupendo rojo y el Jardín de Sir Seewoosagur Ramgoolam de Pamplemousses, una infinita colección de plantas indígenas y exóticas famosas en todo el mundo. Aquí he vuelto a tomar un contacto con la naturaleza que había olvidado. ¿Una imagen inolvidable? José en medio de las flores gigantes parecía un duende del jardín!
Mi cumpleaños… los fatídicos 40! Y yo que los temía, estos 40 años! Sin embargo ha sido una jornada fantástica. Después de miles de baños y carreras por la playa blanquísima hemos comido pescado recién pescado bajo un toldo en la orilla de la playa. Me han atendido muy bien en la Spa durante gran parte de la tarde y después me he preparado para la cena. Ristorante Barachois para cuatro! Una barca super chic en medio del agua con luces tenues, una música dulce… y las risas de mis hijos! Se sentían solo ellos, pero ha sido divertido. He elegido langosta, mi plato preferido, con una pizca de mayonesa al curry.
Todos al Sur…al Lago Sacro Grand Bassin, nacido de una gota del Gange caída del cielo mientras estaba viajando por India, con Ganga Maha, Anouman, Durga, divinidad indiana. Te encuentras en medio de un rito induista que termina con una bendición. Las plantaciones del té de Bois Chéri. Y después la cascada, las tierras de los siete colores y la fábrica de ron de Chamarel.
Inés y su primera vez en el esquí náutico. Era imposible que no hubiera una primera vez para Inés experimentando esquí náutico y nuestro baño bajo una lluvia cálida y espesa: recuerdos de infancia pero también de nuevas y preciosas jornadas con mi familia. También la excursión a la Isla de los Ciervos, un paraíso de vegetación tropical y playas de arena blanca, la divertida comida en el catamarán, el snorkling cara a cara con peces fantásticos…
Los recuerdos se entrelazan en la cabeza, ahora que la lluvia de la ciudad ha tomado el sitio del sol de Mauritius. Solo un último renglón para decir que Mauritius es un verdadero viaje de los sentidos: vista – los colores fantásticos, el verde potente sobre todos- ; oído – el sonido del mar y de la lluvia, una sinfonía dulcísima -; olfato – una inmensidad de perfumes increíbles e intensos; gusto– el pescado, las especias, la fruta, las fantásticas armonías en la boca; tacto – la arena cándida entre las manos…
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